La franquicia ofrece al empresario la posibilidad de iniciar un negocio con mayores probabilidades de éxito que si lo hiciese de forma independiente. La experiencia adquirida por la central, su acierto en el proceso formativo y la actividad constante en la evolución del concepto, deben ser los tres pilares básicos en los que se edifique la actividad franquiciada.
La labor del franquiciado debe centrarse en la correcta explotación de su establecimiento, siguiendo fielmente las directrices de la central. Las directrices orientadas a mejorar el concepto de negocio o a aumentar su rendimiento deben ser propuestas por la central franquiciadora y cuidadosamente estudiadas por la misma. Mantener tanto la homogeneidad de la cadena a nivel interno como la coherencia en su comunicación es una máxima en toda cadena de franquicia, y el franquiciado ha de ser consecuente con ello.
Además y a grandes rasgos, el franquiciado deberá: